Día de radiante sol en la ciudad imperial toledana, compartiendo callejuelas y empedrados con miles de visitantes de todos los rincones del mundo.
Además de la omnipresente "espada" que nos acompaña durante todo el viaje y en todos lados, hoy reparé en el universo del dulce que supone la cantidad de conventos que suministran golosinas.
Como pieza maestra: el mazapán, (nada que ver con las cajitas que nos obsequian por navidades en las cestas de la oficina) .
El mazapán en Toledo, es una auténtica pieza única de sabor y aroma, una perfecta armonía de almendra y yema, que no resulta empalagoso sino un bocado divino.
Cuenta la leyenda que fue una solución a la hambruna para los que se refugiaron en Toledo huyendo de los almohades.En el monasterio de San Clemente, al tener sus almacenes repletos de almendras y azúcar, inventaron esta fórmula energética que paliaba el hambre y tenia una agradable sabor.
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